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martes, 18 de agosto de 2015

Orgullosamente Colombiano

Todos hablan sobre la belleza natural de Colombia pero hoy quiero contarles acerca de otra, sí, otra gran belleza, la belleza de su gente. Este país está bordeado por dos océanos y enmarca la idiosincrasia de muchas etnias que han hecho de este país suramericano una raza fuerte, altiva y llena de fortalezas queda como resultado al colombiano.

Las mujeres y hombres colombianos son capaces de transformar con su sonrisa, tesón, empuje, gentileza, cordialidad y alegría el mundo que les rodea y a quienes los conocen.

Quien llega a Colombia  y echa de ver a su gente, se va seguro de querer regresar o dejar que sus raíces broten en este hermoso y gran Macondo de cien años de soledad.


Colombia es el país del sí se puede, "hágale"

A la gente colombiana no le queda grande "nada" y cuando las fuerzas hacen falta, siempre hay un hágale que mágicamente hace que se puedan conseguir los sueños y alcanzar las metas imposibles. Cuando usted visite este país caribeño, andino, llanero, pastuso, vallecaucano, chocuano, amazónico y escuche: —hágale pues... —hágale mijo... o — hágale mija... ¡hágale!, porque  ese es el impulso que usted necesita para lograr lo que quiera y nada le quedará grande. Así son los colombianos.

Colombia es sabor de música. 
El colombiano siempre tiene algo porque celebrar, siempre hay música, rumba, fiestas regionales y reinados. No importa si es de día o de noche, o cuántas personas estén presentes, aquí se aprende a mover las caderas o a moverlas,  no en vano es considerado uno de los países más felices del mundo.  o sino vea los movimientos ritmicos de Shakira y la alegría rumbera de Carlos Vives.

Colombia es el país de la pena
El colombiano tiene la capacidad de pedir excusas siempre, así que si alguno le dice ¡¡¡Qué pena contigo!!! No piense que es una manera de verle frágil, es la forma respetuosa de decir ¡lo siento, quizá te ofendí!

Colombia siempre saluda interminablemente
El colombiano es muy amable, saluda indefinidamente y puede conjugar cualquiera de las siguientes frases o utilizarlas todas en una sola ráfaga: Hola, ¿Cómo está? ¿Cómo amaneció? ¿Cómo durmió? ¿Cómo ha estado? ¿Cómo le ha ido? ¿Qué ha hecho? ¿Qué hubo? y ¿Qué más? Tranquilo, no tienes que responder a este saludo interminable, solo tienes que decir: Muy bien.

Pero también, hay colombianos que solo levantan el dedo pulgar de su mano para saludar y decir con esta seña "todo bien, todo bien" y de esa manera usted le puede contestar.

Colombia es el país de la cortesía y el respeto.
El colombiano tiene marcado en sus relaciones interpersonales el respeto y por ello siempre te dice: Por favormuchas gracias; a la orden; con gusto; fue un placer; sí, señor o sí, señora (aunque no seas un viejo o una mujer casada); siga por favor; ¿Qué se toma?; adelante, está en su casa; bueno seño; con gusto. El colombiano es cortesía

Colombia es de puertas abiertas
El colombiano siempre está atento a dar explicaciones y a mostrar lo mejor de su región. No se sorprenda que se siente a hablar con el forastero, indique la dirección y además explique porque una calle se llama 'así o asa' contándole la  historia del lugar. 

Derechos de la fotografía
Hilando las historias
En la provincia el campesino sin conocer al foráneo se retira su sombrero y le dice: —Sumercé, buenos días o buenas tardes y si le preguntan la ubicación de algún lugar, más o menos así le dará la ubicación de  la siguiente forma: sube hacia allá, voltea a la derecha y luego de tres cuadras vuelva y voltee pero a la izquierda... Luego de la explicación, preguntará  ¿entendió? y así haya o no entendido, le dice: sino le molesta, camine yo lo acompaño, pa' que no se pierda.

Colombia le tiene nombre a todo
Aunque son diversas las regiones del país, cada colombiano con su propio acento logra hacerse entender y antetodo hacer sentir como en casa a los visitantes con términos y pronunciaciones únicas, como: ¡Qué verraquera! (se refiere a la fortaleza, tenacidad y empuje de alguien por lograr algo); sumercé (término español a su merced,  lo utiliza el colombiano como símbolo de respeto); bacano (hermoso, genial, único); chévere (elegante, bonito y es aceptado);  ¡Qué nota! (cuando algo es de admirar); viringo (cuando alguien está desnudo);  embolatado (cuando alguien está en una situación complicada);  avispao (o avispado, cuando se refiere a un individuo ingenioso, inteligente); parce (amigo leal); billullo (cuando se tiene dinero);  veleño (se refiere a un dulce que viene envuelto en hojas de plátano llamado bocadillo).

Colombia es cariño
El colombiano siempre demuestra su cariño y apreció con diminutivos, no se altere si se refiere a usted o si le habla así, no es una forma despectiva, es la manera de decir: ¡te tengo aprecio! Carmencita, Jaimito, Ricardito, Juanito o  se refiere a  los objetos: la mesita, el carrito, la camita o  frases como: te doy esto con mucho cariñito; mi terroncito de azúcar; te amo corazoncito; mi chinito y todos los diminutivos de ternura que se les ocurra para demostrar su aprecio.


En Colombia todo se le tiene
El colombiano siempre vive dispuesto a ayudar, a colaborar y su rostro tiene una sonrisa eterna. ¡Aquí todo se le tiene! y si no lo tiene, lo consigue, y si no lo consigue se lo inventa. Pero siempre es de sonrisa presurosa y de alma abierta pa'las que sea.

En Colombia la vaina funciona
Cuando un colombiano se refiere a la vaina es cosa seria, nadie sabe que es la vaina, pero la vaina siempre aparece en las conversaciones y no se aterre cuando escuche términos o frases como: ¡Qué vaina! (cuando se refiere a algo que lo sorprende); la vaina está ahí (no es una forma explícita de decir qué es, pero lo que se necesita ahí está); así es la vaina (cuando se ha contado algo y se sabe que es por análisis, sin entrar en detalles). Nunca le pregunte a un colombiano qué es la vaina, porque no tendrá una respuesta adecuada, solo que la vaina está ahí y nadie la define.

Colombia siempre escucha música,  oye noticias y lee el periódico 
Si un visitante llega a cualquier ciudad muy seguramente escuchara en los almacenes, en los taxis, en los buses de servicio público y en las calles música tropical, vallenato y romántica. 
En las tiendas de la esquina encontrará al dueño escuchando noticias, al vigilante o a la gente  del común.
En los parques a los hombres leyendo el periódico o revistas para de tener de que hablar con sus vecinos.
 El colombiano siempre y en lo posible anda bien informado, pero sin perder la alegría que lo caracteriza.

Colombia es anfitriona
El colombiano que se siente feliz con una visita, siempre  le ofrece de tomar o comer un algo como: un tintico, un agria, un aguardientico, una aguadepanela, un chocolatico, unas oncecitas y hasta whisky. Por lo general, nunca deja que sus invitados se vayan sin comer y si de eso se trata lo invitan a la mesa y sus platos son onerosos, por lo general, con muchos carbohidratos. Si va a este país, pierda la dieta y no le de miedo llegar gordito a su casa, porque de esa manera ellos demuestran su afecto, por el estómago. Si usted se niega, muy seguramente se sentirá desairado y le preguntará ¿Entonces que le ofrezco? ¿Qué le provoca? y se dirán entre ellos ¿Qué le molesto?

La variedad de cultivos y de climas hace que las mesas y los "tres golpes"  como llaman al desayuno, almuerzo y comida o cena, sean ricos en  multitud de platos, y como les enseñaron sus antepasados: Hay que comerlos para tener fuerzas para trabajar y estudiar.

Colombia es un país dulce
El colombiano es trabajador y a la hora de recobrar energía lo único que quiere es un dulcecito, así que se dispone a comer mielmesabe, bocadillo, obleas, turrones, arroz con leche, cascos de guayaba, natilla, cuajada con melao, brevas y peras en dulce, enyucados, cocadas, quebellitos, dulce de ñame, arequipe, dulce de papayuela y muchos más . Todo con un alto contenido en azúcar y panela.
Derechos de la fotografía
Hilando las historias
Si usted llega a Colombia, no olvide que sus anfitriones le ofrecerán el más elaborado platillo dulce, que es una gran tentación y un deleite para su paladar.

En Colombia todos son vecinos
Cuando un colombiano va a la tienda a comprar algo e ingresa  al local siempre dice ¡Buenas!, cuando sale el vendedor a atenderlo, le dice: —  vecino, me vende... y si algo le falta agrega: —vecino y deme más de esto o aquello, al despedirse:
Gracias vecino, hasta luego. 

Pero esto no solo se queda en la tienda de la esquina, el colombiano del común aunque no sepa el nombre de quién vive al lado de la casa, a quién le compra el periódico, los libros, la carne o la lotería, siempre saludará — ¡Qué hubo vecino!
Para el colombiano todos son vecinos o sea allegados.

En Colombia se pide regalado,  no se compra, pero se paga
Es muy normal que un colombiano entre a un establecimiento y pida algo diciendo: —Por favor me regala este producto... Los tenderos entienden que es un decir, más saben que lo que quiere su vecino es comprarle un producto. Así que no lo tome a mal cuando un colombiano le dice —me regala tal cosa... tranquilo el colombiano siempre paga.

Colombia un mundo de sabores y de nombres
Las tradiciones del colombiano son muy arraigadas como los nombres de muchos alimentos, bebidas y tienen un sinnúmero de palabras en sus comidas como: lechonaaguardiente (licor destilado fuerte de muchas regiones colombianas);  chicharrón, longaniza, rellena, butifarra (embutidos tradicionales del caribe colombiano), chicha (bebida indígena del altiplano cundiboyacense), limoná, sabajón, ajiaco, chirrinchi  (o chirrinche, una especie fuerte de aguardiente que es prohibida su elaboración),  hormigas culonas (insectos de gran cola que son tostados en Santander y sazonadas con sal para comer), mute jute (dulce de papa), gelatina de pata, cuy asado, mazamorra chiquita, sobrebarrigabandeja paisa, tamal, sancocho,  yuca, pandebono, entre otros.

El colombiano busca primero sus comidas y bebidas tradicionales antes que las foráneas, las disfrutan en familia y siempre las ofrecen a sus visitantes.

Colombia consume la ch
Colombiano que se dé gusto en su paladar, siempre pedirá comidas que lleven la letra ch, jocosamente se refieren a estas como "la vitamina Ch" porque son las más nocivas para el organismo por su alto contenido de grasa, pero son las más deliciosas según lo afirman. Estas son: chicharrón, chunchullo o chinchulinas, chorizo, chuleta de cerdo,  y de sobremesa chicha o unas chelas (en algunas regiones llaman así a la cerveza). Si visita a Colombia lo invitaran seguramente a un asado y en el estará la ch y usted quizá expresará —eso me hará daño, pero el colombiano le dirá: ¡Déjese invitar, porque eso, no es de todos los días! 


Ser colombiano, un buen colombiano, como lo son el 99.99% de los colombianos, es un honor, un placer, un festín, es símbolo de gente pujante, trabajadora, cariñosa, amable, servicial y honesta. Es sentir y vivir en el realismo mágico de Gabriel García Márquez todos los días y es olvidarse de la dieta porque la comida es abundante y deliciosa. Es estar en un  país de despertares diferentes, es vivir amaneceres con el canto de las aves, el sonido de los ríos, el sonar de las campanas, el olor a café recién tostado, el desayuno con el chocolate de la abuela, el sabor del trópico, el ruido de las calles y el amor por su tierra.

Colombia es el país que le recuerda  decir: por favor, gracias, con gusto. Es el país que le enseña a volver a valorar las cosas simples de cada día.

Si va a Colombia no olvide que es un país de puertas abiertas, de oportunidades, de parceros y  pa'las que sea. Solo hay un problema de su visita a este país: No quererse ir de este bello paraíso.   








lunes, 10 de agosto de 2015

Pacho el hacedor de joyas

Es época de verano, de descanso y las playas de Cartagena de indias están llenas de turistas y a la par son invadidas por vendedores que ofrecen todo tipo de mercancías y servicios.

En medio de esta gran cantidad de gente, soy una más de las turistas que disfruta del sol, la alegría, la playa y de una mañana de descanso. Se acerca un hombre afrodescendiente, de contextura gruesa y de un metro ochenta aproximadamente. Trae un morral a cuestas  y en su brazo izquierdo carga una caja en forma  de exhibidor de joyas. Me las ofrece —'Seño', estas no las encuentra en ningún lugar del planeta.


 Foto Propiedad intelectual 
Hilando las Historias

Con una sonrisa por la presentación, me retiro las gafas y observo lo que llevaba. Trae pendientes, collares y pulseras.

 Pacho comienza a sacar de su maleta, como si fuese un mago, todo lo necesario para comenzar a tejer e insertar las piedras de coral, para hacer una de sus creaciones.

—Yo mismo los hago, pero si usted quiere le hago un juego a su gusto.

Accedo a que realice algunas prendas para mí. Mientras comienza su trabajo, se presenta
—Mi nombre es Francisco, pero me gusta que me digan Pacho. 

Con el timbre de voz característico de los hombres de la región costera del norte de Colombia, entabla una conversación, que  deja entrever la lucha diaria para darle el sustento a su familia.
 —Soy Cartagenero a mucho honor, esta ciudad me vio nacer hace casi 50 años y la amo porque ella me ha dado todo. Mis padres mi esposa y mis hijos.

—¿Cuántos hijos tiene? Le pregunte con mucha curiosidad, porque sé que en esta región los hombres son muy prolíferos.

—Cuatro muchachos entre los 6 y 20 años. Ellos también son de acá y he tratado de darles lo mejor.

Francisco cuenta que recorre la playa más de cinco veces en un día, poco más de 7 kilómetros diarios, en busca de turistas para ofrecerles su trabajo y dejarles la más finas joyas tradicionales cartageneras y que tengan un bello recuerdo de la heroica.

¿Cómo hace un hombre tan grande para realizar un trabajo tan fino y bien elaborado?
—Con paciencia amor y servicio. Ríe fuertemente y su dentadura blanca ilumina la charla. Continúa —Mire seño, yo he tenido que trabajar muy duro en esta vida, he aprendido a ser agradecido y la mejor manera es hacer las cosas bien. Solo espero que la gente me recuerde cuando cuente la historias de sus pendientes, collares y pulseras, y diga, las hizo un <<negro colombiano>> y son de calidad.  Vuelve a sonreír y su risa es contagiosa y alegre.

—Yo trabajaba como pescador, pero eso se puso muy malo, porque no pagaban bien lo que sacábamos del mar, entonces un día mi esposa aprendió a hacer todo esto, pero ella no podía salir a la playa, así que le dije en medio del desespero, por la falta de dinero, que me enseñara y aprendí. Desde entonces esto es lo mejor que sé hacer y lo hago con mucho amor.

¿De dónde salen tantas combinaciones?
—No lo sé, solo me dice un turista qué quiere y yo lo hago, no hay modelos repetidos, por eso quien viene a Cartagena se lleva una pieza única, especial, exótica y bella.
 Foto Propiedad intelectual
Hilando las Historias


—Al turista hay que mimarlo, darle lo mejor y lo que él quiere, así que he aprendido a conocerlos y dejo que sus gustos se hagan realidad con mi trabajo. Llevo 15 años en esto, así que eso debe ayudar para la creación. Para mí este trabajo es  gratificante porque gracias a él he podido mantener a mis pelaos y a mi mujer.

Cuando habla de esta hermosa ciudad amurallada, que permanentemente esta en verano, su cara se ilumina y su voz toma un carácter romántico.
—Yo salgo a trabajar desde las  ocho de la mañana y termino a las cinco,  me conozco la playa y la ciudad al derecho y al revés. Cartagena es hermosa, tiene comida excelente, vienen muchos turistas, tiene una historia enmarcada en la ciudad amurallada y se muestra mejor en el reinado de belleza y en loes eventos que traen turismo.

—Yo vivo en un barrio pobre de Cartagena, que se está junto al aeropuerto, tenemos dificultades con los servicios públicos porque aquí el alcalde no hace nada por los pobres.

Mientras Pacho trabaja le observo con curiosidad que tiene una uña muy larga que le sirve para sacar las piedritas que utiliza, cuándo le pregunto sobre ella dice con la alegría caribeña
—Aja, esta uña la cuida más que a mi mujer...ríe a carcajadas, me la deje crecer porque me sirve para atrapar cada bolita sin que se me caigan. Eso también es la magia de mi trabajo.  La cuido mucho, la limo cada semana, le doy forma y me aplico productos para fortalecerla, es mi instrumento de trabajo.

Nuestro encuentro no duró más de treinta minutos y en ese tiempo me ha realizado un hermoso juego de aretes collar y pulsera y sí, tiene razón son irrepetibles, son un bello recuerdo de Cartagena de Indias y junto con esto me queda ese sabor costeño, la risa contagiosa de Pacho, su alegría y el amor por su patria chica, Cartagena.

Material fotográfico y textual  registrados en la Dirección de derechos de autor  Número 1-2015-58618

viernes, 31 de julio de 2015

Ellos estuvieron ahí

Todos los derechos de la foto Pinterest
Isabel sale de su casa como todas las noches junto con su perro, para recoger a Alejandra su hija, en la estación del bus. Por el camino la mascota se siente incómoda, lo que nunca hace de jalar fuerte para ir al encuentro con su ama, lo ha hecho hoy. Por el camino le ha ladrado a todo el que pasa por el lado y sin más ni más, le buscó pelea a un perro dálmata del vecindario.

Isabel se inquieta y la obliga a seguir porque ya están sobre el tiempo para encontrarse con su hija.


Alejandra es estudiante universitaria, tiene que ir cada día las afueras de la ciudad, ella termina clases a las siete de la noche y normalmente está arribando al paradero a las 8:15. Tienen los minutos encima, ya son las 8:10 de la noche y todavía les faltan algunas cuadras.



Agitadas Isabel y la mascota llegan a tiempo, la ven bajar del autobús y como siempre su perro se abalanza para saludarla, luego del abrazo de llegada comienzan a caminar por la calle solitaria, que a un lado limita con un parque oscuro y por el otro con conjuntos residenciales. La fría noche hace que la calle sea más solitaria que de costumbre.



De repente ven venir a un hombre que trae un abrigo  con capucha, el cual sigue de largo, pero a unos pasos se devuelve y le coloca a Alejandra un puñal en el cuello y le quita el bolso. Esto sucedió en fracción de segundos. Cuando Isabel se percató de la situación y quizá su instinto maternal funciono, con su brazo le pega al cuchillo retirándolo del cuello de su hija, el hombre sale corriendo.

Isabel presurosa la revisa, Alejandra por fortuna, salió ilesa del arma. De pronto aparece un carro y el conductor  pregunta:
¿Están bien? ¿Les hizo algo? ¿Qué se robó?
Alejandra asustada le responde mi bolso y tengo allí mi uniforme, el celular, libros y cuadernos. El hombre no lo pensó, le dio reversa al vehículo y comenzó la persecución. A la par Isabel dijo


De pronto la calle que unos minutos antes estaba solitaria se llenó de vehículos y gente. Ellas gritaban  —¡Cójanlo, es un ladrón! ¡Ladrón! ¡Nos robó!

—Señor envíanos tu ejército, dijo Isabel y junto con la joven  y la mascota comenzaron a correr  y a gritar tras el sujeto.


A la mascota el lomo se le erizo y ya no era Isabel quien la controlaba, sino era ella quien estaba a pocos metros del ladrón, está desesperada. La madre intento soltar al animal, pero hubo algo que le advirtió que si lo hacía el hombre la podía herir con el arma y entonces la mantuvo a paso veloz.



El conductor que inició la persecución se había bajado del vehículo cerca de la avenida principal que colinda con la carrilera del tren, tomó del brazo al ladrón, había demasiado el flujo de carros que tuvo que soltarlo. El sujeto desapareció por las vías del ferrocarril.



El hombre se devolvió desconsolado y solo acato a decir — ¡Lo siento! lo intente, pero si seguía tras de él corría peligro mi vida.



Madre e hija tristes llegaron a su casa, tratando de explicarse el porqué de esta situación. Alejandra se lamentaba, tenía todo lo que necesitaba para la evaluación del día siguiente: su uniforme, instrumentos, cuadernos, libros, la tablet, el celular y su billetera con todos los documentos de identidad. Solo decía ¡Ya nada puedo hacer! y su rostro se perdía tal vez en el miedo del momento y en la angustia de volver a enfrentar la calle y su examen.



Al día siguiente, la estudiante salió a las seis de la mañana en compañía de su madre quien la bendijo y la dejo en el transporte rumbo a la universidad.



Hacia las 10 de la mañana suena el celular de Isabel

—Hola mami

—Hola Hija ¿Cómo estás?
—Me han llamado de la dirección de la facultad para decirme que una mujer habló por teléfono con el director de la carrera y que tiene mi bolso.
— ¿Cómo así?
No entendían cómo una mujer lo tenía, si fue un hombre joven quién lo robo. Alejandra le dio el número e Isabel se colocó en contacto con la mujer.


La madre tuvo temor de ir sola a un conjunto de casas cercano al suyo y espero la llegada de su esposo para ir juntos. Así que acordó la cita para la noche.


Al llegar al lugar el portero de las casas los anunció y con bastante temor, ingresaron al sitio. Golpearon a la puerta de la residencia y una mujer de unos sesenta años, con unos rasgos muy elegantes abrió y los hizo seguir. Se acomodaron en una sala amplia, decorada exquisitamente, con ángeles y pinturas muy especiales. Beatriz, que así se presento la anfitriona, estaba con su esposo Federico, un hombre mayor con acento capitalino.



Isabel inquieta le pregunta: si usted estaba en su casa ¿cómo fue que encontró el bolso de mi hija?

 —Esta mañana muy temprano, salí como lo hago tres veces a la semana al salón de belleza para que me arreglen el cabello y tengo que pasar por la carrilera del tren. De pronto a un costado de los rieles, vi un bolso, nunca encuentro nada, pero me llamo tanto la atención y recordé la situación de la noche anterior que lo recogí. El bolso estaba cerrado, muy frío por el hielo del amanecer, pero cerrado.
Isabel y su esposo se miraron con cara de incredulidad y sorpresa.


Beatriz prosigue, —Luego de salir del salón vine a casa, lo abrí y encontré un uniforme, unos instrumentos, cuadernos, su celular, intente buscar algún número telefónico pero estaba bloqueado.



Hace un alto y dice —Me disculpo, pero tenía que revisar todo a ver si encontraba en algún lugar de la cartera un número para avisar que lo había encontrado.



Los padres de Alejandra sonrieron pícaramente y de manera tierna, al sentir la honestidad de Beatriz.



Anoche pasadas las ocho de la noche oímos una gritería, nos asomamos  a la ventana que da a la calle y vimos a un hombre correr con algo en la mano, detrás un perro, una señora, una joven y dos hombres que gritaban que las habían robado. Detrás de ellos iba mucha gente, muchísima gente que también gritaba y en la vía de los vehículos había carros que pitaban. Nos asustamos mucho y nos dijimos con Federico que la inseguridad estaba tan incontrolable que era mejor llegar muy temprano a casa y no volver a salir más.

—Lo cierto es que en su billetera, que aún conserva su dinero, había un número telefónico de la universidad y por eso lo informe.

Los padres con un gesto de alegría y con palabras de agradecimiento, le preguntaron que si debían darle algo. Pero ella respondió.

—No,  solo hay varias cosas que me llaman la atención y que debo decirlas, quizá es tontería mía.

Los padres le dijeron que no había problema y le preguntaron —¿Qué es lo que la inquieta doña Beatriz?

—No es normal que uno encuentre en la billetera de otra persona con imágenes religiosas de los santos a los que uno es devoto, su hija tiene a la virgen, al niño Jesús de Praga o Divino Niño, al señor de los Milagros y al ángel de la guarda, y yo creo en ellos. Miren todos los ángeles que hay en este lugar, las pinturas del niño Jesús de Praga y a mi bien venerado Señor de los Milagros.

Isabel se apresura a contarle —la niña y nuestras familias fueron entregadas desde generaciones anteriores a estas divinidades católicas y  Alejandra las lleva siempre con ella. Pero  también me parece raro que haya esta coincidencia.

Beatriz, pregunta —¿Anoche, realmente ustedes estaban solas? porque eso es lo que me dicen.

—Estábamos la niña, el perro y yo.
—Entonces ¿Quiénes eran los hombres que estaban a los lados de ustedes?
—No había nadie, yo sentí mucha gente detrás, más no al lado.

Beatriz le dice, —quizá usted no los vio, pero estaban allí, se lo aseguro. Entonces Federico, dice —Yo también los vi.

A Isabel se le ilumina el rostro, sonríe y le dice —Una de mis pasiones es pintar ángeles de todos los tamaños, creo que de una u otra forma les doy vida con los colores para que cuiden a quiénes los compran. Hace un silencio, mira al cielo y continúa.

—Cuando sucedió el robo y luego de que yo revisara a mi pequeña, le pedí a Dios que me enviará su ejército y así lo hizo. Creo que he pintado tantos ángeles, que tuvieron vida para cuidarnos. Ésto me de muestra que ellos estuvieron allí. 

martes, 21 de julio de 2015

Del Tranvía al Transmilenio

Tranvía de manivelas

*Ricardo es un hombre que ésta por cumplir ochenta y cinco años, y como dice la canción del argentino Piero <<Es que creció con el siglo, con tranvía y vino tinto>>,  él tiene la edad suficiente para contar cómo ha vivido la transformación de Bogotá y cómo ha visto la evolución del transporte en nuestra gran ciudad.
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Ricardo se acomoda en el gran sillón de su sala y en su rostro se refleja la nostalgia y la alegría de todos aquellos recuerdos que pasan por su mente y que se niega a dejar escapar.

Yo llegué muy niño a Bogotá, como en 1940 y el transporte de esa época era de carros particulares de las grandes familias de la ciudad y para quienes no teníamos los medios para ostentar con un vehículo usábamos el tranvía y se pagaba con centavos. Había dos clases de tranvías el cerrado que era el de lujo, ese viajaba de San Cristóbal a la avenida Chile y el tranvía abierto que eran de dos clases, los grandes que viajaban de la calle 13 con carrera séptima a San Fernando  y los tranvías abiertos pequeños que eran los populares que viajaban de Pensilvania, donde era el matadero por la calle 13 hacia la universidad Nacional y al barrio Santander.

Los tranvías inicialmente fueron de manivela e iban por carrileras, luego vinieron los eléctricos, tenían por encima unas cuerdas que los conectaban a los cables de energía, se volvieron más rápidos. A este transporte le fue muy bien porque las cuerdas no se caían mucho, solo cuando daban curvas, pero el 'ayudante del tranvía'  las ponía muy rápido y seguía el recorrido. 

Los tranvías eran muy bonitos tenían asientos de madera maciza, eran abiertos por los dos lados y uno se podía subir por cualquiera. El tranvía se llenaba en las horas de mayor congestión u horas 'pico' y la gente se colgaba por lado y lado, como racimos humanos, pero no era tan incomodo como subirse hoy en día al Transmilenio o a un bus.

En las horas que no eran pico, los muchachos como siempre han sido pillos, se subían o como decían “se colunchaban” en los costados o atrás para no pagar el pasaje y cuando venía el cobrador saltaban o los bajaban a palo. A raíz de esa situación, apareció un hombrecito, más bien pequeño que cuidaba el tranvía para que los jóvenes no se subieran y montaran gratis. Él se vestía con uniforme azul, un quepis rojo y un bolillo que le servía para bajar a los jovenzuelos del tranvía, entonces  lo comenzaron a llamar El bobo del tranvía, del que se cuentan tantas historias y yo luego se las digo a usted.

En 1948 con el 9 de abril, luego de que Bogotá se volvió un infierno a causa de la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, la mayor parte de los tranvías fueron incendiados y ahí comenzó la decadencia de este transporte que era rápido para su época, porque no éramos muchos los que vivíamos en Bogotá y no habían trancones. Era muy eficiente y además el paseo era muy rico sobre todo en las horas que no eran de mucha congestión o los fines de semana,  porque uno podía ver la ciudad pequeña, con casas de la colonia y en muchas partes deshabitada. Era un medio de transporte muy sano porque no era contaminante. 

Esa época fue maravillosa... Ricardo hace una pausa como si sus pequeños recuerdos quisieran alcanzar esa época y detenerla en su mente y con sus palabras, respira profundamente y continúa sin perder el hilo de la historia—   ...porque la gente vestía muy elegante, los hombres con su vestido de paño, sombrero, paraguas y corbata, las señoras con abrigos, con vestidos sastre, guantes y carteras de mano. Todo eso hacía que viajar en tranvía fuera mágico y acogedor. Uno viajaba tranquilo para ir a trabajar o simplemente para pasear.

Entre los años 50 y 51, el tranvía ya desapareció definitivamente y llegaron unos buses que trajeron de Rusia que se llamaban  troli, él tenía como el tranvía cables que se cogían de las cuerdas de la luz y las llamábamos ‘tirantas’. No dio resultado porque los carros se les atravesaban y cuando el troli se abría para esquivarlos, entonces se les caían las ‘tirantas’ y ahí estaba la demora o cuando se iba la luz uno tenía que esperar mucho tiempo para que volviera arrancar. 

Como le venía diciendo, no dio resultado porque las vías no estaban acondicionadas para ellos, en el pavimento se abrían huecos porque eran muy pesados y como se le caían tanto los cables que los conectaban a la energía, lo hacía lento. Además, ese si fue un foco de corrupción en el distrito de Bogotá, trajeron muchos, los almacenaron por la avenida 68 en un parqueadero, allí se pudrieron y ahí los de la alcaldía hicieron su agosto porque se acabó la empresa y se la repartieron como 'aves de rapiña', eso fue para la década del 70, ¡Ah! y cuando habían paros esos buses eran los primeros que quemaban y apedreaban porque como eran del gobierno y a nadie le dolía, bueno eso era lo que se creía en esa época, pero la verdad siempre hemos pagado todos 
 suelta una gran risa entre absurda y desvergonzada

Troli de Bogotá
A la par aparecieron en la misma época del *troli los buses municipales que eran chatos, muy grandes, pero resulta que la empresa también fracaso porque decían que los que administraban y  los conductores se quedaban con el producido y hasta ahí llego esta empresa de la alcaldía. Entonces Bogotá se llenó de buses, aparecieron empresas privadas que se designaban con colores, “los buses azules”, “los buses rojos”, “los buses amarillos”, "los buses verdes”. Con el tiempo ya dejaron los buses de un solo color que fue el amarillo y la empresa privada tomo el transporte público definitivamente en sus manos. La ciudad había crecido tanto que el gobierno distrital no podo hacerse cargo del transporte. Bogotá creció vertiginosamente y aumentaron los barrios y se designaron las nomenclaturas por calles y carreras, como se ve hoy en día

Llego otro transporte que prometía comodidad para los usuarios llamadas busetas, eran unos buses pequeños, no permitían llevar pasajeros de pie. Aparecieron a finales de la década del setenta y principios del ochenta, las mostraron como un transporte cómodo, se andaba más rápido y se pagaba más por el transporte. Al principio fue muy bueno, pero luego entraron a la guerra del centavo con los buses y hasta ahí llego el buen servicio.

La ciudad no pudo conservar el tranvía o los alcaldes no quisieron, aún cuando hasta hoy existen los rieles en el centro, ahí en la Jiménez por ejemplo, y sí permitieron que el transporte público  se volviera un monopolio y que los conductores por ganar más entrarán a  la guerra del centavo, esa competencia por recoger el mayor número de pasajeros fue mortal para la ciudad y como las rutas eran escasas la gente se subía a un bus y no le interesaba ir colgada en las puertas, entonces los conductores desmedidos hacían competencia en las vías de la ciudad para llenar sus vehículos y fueron muchos los accidentes y muertos que dejo esta práctica, porque no había una reglamentación que los rigiera. Muchas víctimas dejó esta guerra que se vivió en las calles bogotanas.

La congestión de Bogotá comenzó en los años setenta, porque habían pocos semáforos, que entre otras cosas llegaron como en 1940 y los policías de tránsito eran los que ayudaban a la movilidad, pero era insuficiente, si ahora con tanto semáforos hay trancones, imagínese como era antes. Hasta la década del sesenta era muy rico viajar en transporte público.

Hace otra pausa y sus ojos envejecidos por el tiempo se llenan de lágrimas como entendiendo que su ciudad, esa que lo acogió desde niño se había ido, toma un sorbo de agua y continua...Ya la gente no es amable, no se viste con elegancia, ya no hay caballerosidad, ya no le seden la silla a las mujeres, ni a los ancianos  y los viajes en transporte público no se pueden disfrutar.

Las 'zorras' de Bogotá. 
Foto tomada de Prensapoli
De repente su vivacidad vuelve y con una sonrisa dice: como le parece que toda la vida del transporte en Bogotá se utilizó la zorra, que era un carrito de manera con cuatro ruedas, jalado por un caballo o burro. Fue la 'degeneración' de las grandes carrozas de la época colonial sonríe con picardía
Éstas se utilizaron como medio de transporte para cargar paquetes o hacer trasteos. Hoy en día con los cambios que ha hecho la administración distrital desaparecieron. Fue también, un medio de transporte muy popular, se utilizó con gran devoción, era muy común ver a las parejas de casados cambiar de casa y cargar sus cositas en zorra y cuando habían paros de buses ese medio sí que ayudó a que la gente llegará al trabajo. Por su lentitud generaban muchos trancones, luego llegaron los camiones para hacer esta labor y con el tiempo desaparecieron de las calles bogotanas. En el gobierno de Petro le cambiaron a las personas que las conducían,  por otro tipo de vehículos. La ciudad ha cambiado para bien y era hora de darle un trato digno a estos animales que en muchas ocasiones eran maltratados o presentaban desnutrición, eso fue bueno.




Propiedad de hilandolashistorias, Claudia Figueroa ComunicacionesHoy subirme a un Transmilenio es un martirio. Como es un transporte masivo y en nuestra hermosa ciudad hay más de seis millones de habitantes, la gente busca llegar más rápido a su destino, no les interesa si son ancianos, mujeres embarazadas o niños los que utilizan este transporte, entonces eso hace que los usuarios se vuelven indiferentes, sin contar todos los gastos que tenemos que cubrir los bogotanos por un transporte que podría ser eficiente si el alcalde que lo contrato en su momento le hubiera dejado ventajas a la ciudad.

La Bogotá de ahora es bonita, pero no es de nadie, nadie la respeta ni la quiere, quizá por eso añoró el tranvía, ese que me llevaba no tan rápido, pero que me permitía gozar lo bello de mi Bogotá antigua y la decencia de los 'cachacos'.

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*Ricardo es mi padre. Este es un pequeño homenaje a sus historias, a su vida y al amor que siempre nos ha impregnado por nuestra hermosa Bogotá, la de ahora y  la  antigua.

*Troli, Trolebus, trole  estos términos se acuñarón en Colombia por la palabra Trolley.

viernes, 17 de julio de 2015

Rebelión en la granja, reflexión Latinoamericana 2010


Esta reflexión fue hecha el 20 de octubre de 2010, en el marco de la asignatura académica Mundo contemporáneo a nivel latinoamericano, con base en el libro *Rebelión de la Granja de George Orwell. Esta obra con el paso de los años, aún sigue vigente, aunque los personajes cambien junto con los escenarios en el ámbito internacional.



La rebelión en la granja , reflexión Latinoamericana 2010




Diseño de portadaLeandro Moya. Tomado de Internet
La humanidad al igual que la cultura en cualquiera de sus aspectos ha evolucionado y ha involucionado notoriamente a través de los tiempos. Por ello no podemos ni siquiera suponer que la cultura política se ha quedado estática, al contrario, se sigue moviendo al ritmo que la sociedad lo requiera.

Por ende en el transcurrir del tiempo hemos visto como los seres humanos han hecho de su comportamiento político estandartes e iconos que al final terminan siendo ídolos de barro, no solo por sus representantes, sino también por sus ideologías y políticas que aparentemente eran intocables, inamovibles y precederás se han derrumbado como castillo de arena.

El mundo contemporáneo luego de las guerras mundiales dio un vuelco total en su manejo político, económico y social y por ello se fortalecieron las grandes potencias que fueron disyuntivas en sus ideologías y comportamientos.

Lamentablemente para la humanidad, ninguna de las dos grandes fuerzas que se crearon pudieron satisfacer sus necesidades, con ello no se debe afirmar que una fue mejor que la otra, simplemente que las dos poseían directrices diferentes que si se hubieran manejado adecuadamente la granja mundial no estaría hoy avocada al colapso económico y mucho menos a tener regímenes totalitarios que minan lentamente la capacidad suficiente de los pueblos para seguir adelante.

 Las sociedades en el transcurso de la historia han generado dos clases de seres los dominados y los dominantes y no es extraño que para unos o para otros este mecanismo sea el más fácil por los atributos que cada cual tengan. Infortunadamente regímenes como los que has existido en Latinoamérica e incluso en la misma Unión Soviética, son hoy considerados armas de doble filo, porque en un comienzo dieron excelentes resultados y beneficiaban al pueblo, a la masa y hoy están mandados a recoger justamente porque los gobernantes los volvieron obsoletos y caducos.

Pues bien, sin ir muy lejos demos como ejemplo al régimen cubano. Nació hace más de cincuenta años, con un grupo de hombres que buscaban dignificar a la clase obrera, trabajadora, el proletariado. Se llevo a cabo una cruenta guerra que condujo a la Nación a ser víctima de bloqueos económicos severos. Algo muy parecido se vivió en la Rebelión de la Granja. Los animales optaron por dejar atrás a sus antiguos “patrones” y luchas por una causa que los beneficiaría todos, aún a costa de ser tildados locos o de que allí se cometían una serie de vejámenes y crueldades.

La revolución cubana, se fortaleció y con su ideología marxista, coloco a su pueblo en un estatus dinámico, allí se manejaron eventos y circunstancias que hicieron que el pueblo se fortaleciera y creyera en su capacidad de trabajo para sobrevivir y en un futuro para vivir dignamente. Su país no era el más rico, ni tenía facilidades económicas, ni agrarias para solventar si quiera sus necesidades básicas. Pero afortunadamente para ellos le hicieron juego a las adversidades encontrando el apoyo de sus mentores ubicados en la URRS. Tema similar surgió en la granja cuando los animales trabajaron fuertemente al creer que tenían alternativas para generarse una mejor calidad de vida.

Pero al igual que en el libro, todo fue cambiando paulatinamente para Cuba, su representante mayor fue deteriorándose y de esa manera también sus ideales y los ideales de un pueblo. Con el paso del tiempo la tecnología, los intercambios internacionales eran fundamentales o sino su producción de tabaco y los insumos necesarios para sobrevivir se agotarían. Se formularon  estructuras que de alguna manera ayudaron a que hubiese una relativa igualdad.

Sin embargo, todo lo que se normativo al comienzo del régimen castrista, ha ido decayendo,  por varios factores como la presencia de un nuevo líder  que se ha dado cuenta de la necesidad de estar al nivel de los desarrollos tecnológicos, de la interacción comercial y ante todo si se ha perdido a su gran aliado, la Unión Soviética. Solo el tiempo les ha mostrado que los ideales y las utopías por las que lucharon se han ido esfumando y que aun con lineamientos tan bien estructurados como los que emano Marx, la política, los regímenes evolucionan y si se pretende quedar en ellos la sociedad inevitablemente involucionará, porque terminan convirtiéndose en regímenes totalitarios, represivos como lo es el gobierno cubano, que aunque conservado lineamientos muy positivos en los campos del servicio en la salud, la educación, las artes, entre otros, pero que está siendo gobernada por un grupo de personajes que han hecho de Cuba un país que no conoce la libertad de expresión, el derecho a ser elegido y elegir, y que solo como las ovejas de la granja se vuelven repetitivos y van para donde los lleven.

Otro régimen que ha ido decayendo y que poco a poco involuciona es el Sandinismo en Nicaragua. Se afirma que se ha convertido en un régimen totalitario y que aquellos parámetros emanados por Sandio en 1933 cuando escribió sobre el “régimen de tierras” han quedado en el olvido y que la lucha armada que dejo en la década del 80 miles de muertos a quedado solo en el recuerdo de aquellos que cuentan las atrocidades que hizo su dictador Anastasio “Tacho” Somoza y viven con el miedo de poder volver atrás, todo esto es muy similar a lo que si vivió en la granja, que no sabían las nuevas generaciones que era lo malo que se había vivido que no deberían volver a repetir.

En nuestro país, Colombia,  hace tan solo dos meses la granja cambio de dueño, pero el nuevo patrón tiene parámetros preestablecidos. Al explicar la situación de Colombia en referencia al libro de George Orwell, podemos acotar que ella tiene ovejas que repiten permanentemente que la “seguridad” es la base de una buena democracia y que beneficia a todos. Estas ovejitas las podemos ver en el Congreso de la República, en los medios de comunicación, entre otros.

Pero a su vez se debe decir que los cuervos continúan ahí, son ex presidentes, cancilleres que hacen lobby para vender la imagen de un régimen que puede llegar a convertirse en totalitario, ya que ha infundido entre el proletariado el temor de ataques de grupos al margen de la ley o de vecinos locos y por ello le apuestan a invertir en la guerra y no en la paz.  Estos cuervos dentro de nuestra granja venden un mundo de ilusiones y de cielos que serán mejores y más fructíferos que los anteriores.

Mientras tanto el proletariado sigue trabajando, trabajando y trabajando, cuando encuentra empleo, coloca su pecho y hasta la última gota de sudor por producir sofismas de distracción como lo hicieron los animales en la granja al construir el molino de viento.

Sin ir más lejos, los perros, se han atrincherado soterradamente en un ejército que se ve en las carreteras y que ahora se sienten a cualquier hora sobrevolando la ciudad, con el supuesto de dar seguridad y protección, pero que en el fondo solo busca controlar a los animales.

Aquí no se ha llevado a cabo ninguna rebelión, pero si una Nación que se ha regido por los derechos humanos y por los lemas de igualdad, respeto y soberanía está a punto de cambiar leyes, aplicar sanciones y amedrentar con los medios de comunicación a una sociedad confundida que recibe permanentemente información incierta, acomodada y que solo busca adaptar las políticas del nuevo régimen. Así lo hizo el cerdo Querel.

Si buscáramos más similitudes a los largo y ancho de nuestro planeta, indiscutiblemente nos daríamos cuenta que el libro de George Orwell era premonitorio y que se ajusta a cualquier época y a cualquier Estado.

Este ensayo no es una apología, ni pretende mucho menos ir en contra de lo que buscan los pueblos de sus gobernantes, solo pretende sencillamente demostrar que los gobiernos se deterioran al igual que las teorías, al igual que las doctrinas políticas y que en últimas los grandes beneficiados son los que ostentan el poder.

A nivel del mundo contemporáneo podemos decir que cada uno de los procesos culturales en el ámbito político son gestados por las clases que tienen el poder político y así como en los hechos que antecedieron la revolución francesa la burguesía en cualquier Nación, es la encargada de manejar el poder, porque es justamente  ella quien tiene el dinero y puede manejar conciencias, fábricas y subordinar a quienes se les pase por delante.

Cualquier parecido con la realidad universal, Rebelión en la Granja es pura coincidencia.

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* El libro Rebelión en la granja es considerada una fábula satírica, escrita en 1945 por  el periodista y escritor británico, George Owell y que buscaba demostrar que Rusia no era una sociedad socialista, sino una tiranía agazapada. 

Para muchos estudiosos de las ciencias sociales y políticas este libro aún sigue vigente.

lunes, 6 de julio de 2015

No estás ni viva, ni muerta



Hablar de Carmen es hablar del coraje, la fortaleza y la entrega. Así la describen quienes la conocieron hace más de cinco años.

Cuando se pregunta sobre esta mujer,  su vida y  su familia, todos aciertan en decir —Carmen, una mujer bella, luchadora, con una familia sin igual. Con tres hijos que estudiaron en los mejores colegios y universidades, un esposo al que ella idolatraba como un gran dios y que le lleva una década en edad.

La recuerdan por sus hermosos ojos claros, su rostro perfilado, que aun con el paso del tiempo  dejaba entrever la belleza de sus años mozos.

Sara, su cuñada y vecina, dice que —Todo en la vida de ella era perfecto. Trabajaba de sol a sol para que  su familia tuviera las comodidades y los lujos que ella no tuvo en la infancia. Fue criada en una época en la se le inculco que el marido era el todo y que una mujer se debía a su pareja, como lo decía doña Marina, su madre: <<Mijita, al hombre se conquista por la boca, así que al esposo hay que cocinarle lo mejor y servirle lo mejor. Tenerle el vestuario al día y "agachar oreja" cuando una se entera de sus 'cositas', eso es lo que he hecho con su papá todos estos años y ahí estamos juntos para siempre>> —Estas recomendaciones solo la llevaron a convertirse en una esclava, a que perdiera lo más preciado, su dignidad.

Continua Sara con su relato —Tenía un negocio propio y próspero. La floristería era rentable y no le importaba dividir su vida entre el trabajo, el cuidado de la familia y de su hogar. Por eso la abrió al publicó en un local de su casa, para hacer todo desde allí. ¡Para ella era perfecto!
El trabajo era pujante y entonces Juan, su esposo,  decidió ayudarla a administrar la floristería. Soñaba cada día con irse de viaje al exterior con su marido y que sus hijos sacaran una carrera profesional.

Carmen conoció a Juan y se fue a vivir con él cuando apenas cumplió los quince años, en contra de todos los prejuicios sociales y familiares —agrega Sara. De esta relación nacieron tres hijos, María Paula, Juan Sebastián y el  menor, luego de diez años, Juan Felipe.

Ella se vanagloriaba siempre diciendo <<Sé que me lleva muchos años, pero no importa, yo lo cuidaré hasta la vejez, no quiero que se enferme, no quiero que le pase nada, quiero que él deje su vida de aventurero con otras mujeres y solo tenga ojos para mí, y si tengo que sacrificarme por él, ¡así lo haré!>> — Concluye su cuñada.

Esta bella mujer siempre cumplió su cometido y nunca desamparo a su familia y menos al hombre que había conquistado su corazón. Sus hijos mayores entraron a estudiar a la mejor y más costosa universidad, María Paula a estudiar sicología y Juan Sebastián ingeniería.

Un día Carmen sufrió una aparatosa caída cuando llevaba la cena a la mesa. Fue llevada de urgencias al hospital y le diagnosticaron fractura de cadera, debían operar de inmediato.

Luego de varias horas en el quirófano, el cirujano habló con su familia entregándoles un parte de victoria  —La cirugía fue un éxito, ahora hay que esperar a que se recupere de la anestesia. Pero lo que el galeno no les explicó, es que habían tenido problemas para que ella despertara.

Pasaron los días y los médicos determinaron que una dosis muy alta de anestesia había dejado a Carmen en estado de coma. Nadie lo podía creer, se estaba convirtiendo en un vegetal. Luego de tres meses decidieron que lo mejor era llevarla a casa, allí mantenerla conectada, brindarle los cuidados requeridos y llenarla de mucho amor, esto muy probablemente le ayudaría a su recuperación.

La habitación donde se encuentra Carmen en su casa,  tiene una gran ventana a la calle, las cortinas están corridas y los rayos de luz penetran como si quisieran llenarla de vida. Al frente de la cama hay un televisor transmitiendo en un canal religioso que deja entre oír los rezos constantes. Al lado izquierdo de la cabecera hay una mesita llena de medicamentos, ungüentos y lo necesario para atenderla. A la derecha hay otra muy hermosa, vestida con un mantel blanco, con cuadros místicos, una pequeña luz encendida, libros de oraciones y un crucifijo. En el mismo costado un dispositivo que le mide permanentemente sus signos vitales.

Al entrar a la habitación se ve a doña Marina, la madre de Carmen, sentada junto al lecho de su hija. Desde su 'corazón de mamá' comienza a contar con desolación  lo difícil que es ver a un ser querido y a una mujer llena de vida 'postrada' en una cama por la irresponsabilidad de un profesional que no supo suministrar de manera adecuada la anestesia.

Ella es una mujer de setenta y nueve años, con su piel ajada por el tiempo y el dolor, de pasos lentos y cansados por la edad, quien desde hace cinco años no ha dejado ni un solo día de estar al lado de su hija. Todos los días le pide a Dios por la sanación de mi "niña", como se refiere de manera cariñosa a ella. —Tengo la esperanza de que los milagros existen y que no será ésta una excepción. Guarda silencio y agrega —Aunque a veces, no lo puedo negar, en medio de mis oraciones le pido que se la lleve a descansar, porque esto no es vida.

— Me case a los diez y seis años cuando mis padres arreglaron mi matrimonio con Gumercindo, Carmen nació cuando yo despuntaba lo diez y siete. Fue una niña saludable, una bebé hermosa llena de alegría y risas permanentes. Luego, una mujer bella con unas líneas que bosquejaban un cuerpo precioso. Terca, muy terca, pero con una fortaleza a toda prueba, por eso creo que puede recuperarse. Pero tenía que haberse 'juntado' con Juan...

Pasado un año del accidente de Carmen, sus hijos mayores decidieron que lo mejor era viajar al exterior y radicarse allí. María Paula viajo a España y Juan Sebastián a Canadá.

—Ellos se fueron porque tenían que seguir con sus caminos, no podían quedarse a cuidar a la mamá, porque esa no era su responsabilidad. Recuerda doña Marina con tristeza. —Hasta el día de hoy, luego de cuatro largos años, ellos de vez en cuando llaman a preguntar por ella y no lo hacen con frecuencia porque saben que esta igual.

Pasados tres meses de la partida de sus hijos, Juan, se cansa de administrar y atender la floristería, entonces decide que aún tiene derecho a vivir y viaja junto con su hijo Juan Felipe a los Estados Unidos Unidos y allí se radican.
—Él siempre fue un bueno para nada. Dice doña Marina. 
—Mi hija lo acostumbró a estar bien atendido, a tener lo mejor de lo mejor. Decir que administró la floristería, solo es un decir, solo estaba allí para revisar cuánto dinero llegaba a la caja, para disponerlo a sus anchas y darse una gran vida.
—Hasta el día de hoy no sabemos en qué parte de ese país está, no sabemos nada del niño y nunca desde el día en que partió hemos escuchado una llamada.

Los ojos de doña Marina se llenan de lágrimas que caen sobre sus mejillas aciagas, toma un crucifijo entre sus manos y el llanto entre corta sus palabras —Ver a mi hija en estas condiciones es muy difícil. Bañarla en una cama, colocarle pañal, alimentarla por la vena, utilizar oxígeno, no oír su voz, no verla correr por la casa con su ligereza de siempre y saber que está ahí y no está. Las heridas de su cuerpo se han convertido en cicatrices y vivir con la zozobra de que en algún momento ya no va a respirar más, es muy duro.

El trabajo de cuidarla lo comparte doña Marina con su otro hijo, Germán, el hermano menor de Carmen. 
—Él, su esposa y sus dos hijos han sido una bendición. Nunca han dejado de estar pendientes de Carmen. Él, Germán, la mima, la cuida y venera como a una santa. Han sacrificado mucho como familia, no viajan, no tienen vida social y las pocas reuniones familiares prefieren hacerlas, aquí en la casa de Carmen, para que ella se sienta acompañada.

Germán a nombre de su hermana demandó judicialmente a la clínica por el mal procedimiento que le hicieron, pero esta nunca prospero. A interpuesto infinidad de recursos para que le asignen a una enfermera, pero solo se la han dado en tres ocasiones, cada una por cuatro meses. Se ha asesorado de muchos abogados para que los hijos de Carmen y su esposo se hagan cargo, pero ha sido infructuoso porque no se sabe a ciencia cierta, cuál es su paradero. Hoy Germán esta en la disyuntiva de dejar vivir a Carmen por más tiempo como un vegetal o dejarla que definitivamente viaje a la eternidad, pero necesita la aprobación de Juan y de los hijos.

—No solo mi hijo tiene esta duda, yo también, y debo tomar la decisión de dejarla así o desconectarle, porque después de su familia, yo soy quién podrá tomar esta dura determinación. —agrega doña Marina.
—Yo siento que las fuerzas ya no me acompañan, siento que cada día será más difícil venir a cuidarla, porque yo también tengo mi casa y a mi viejito que está muy enfermo. También sé, que no le puedo dejar esta responsabilidad a mi hijo, ni a su familia. Cuando yo me muera, porque siento que el día se acerca, ¿qué será de ella? ¿qué será de mi hijo? tengo miedo de que su familia se derrumbe porque aunque lo hacen de buen corazón, todo esto los ha afectado demasiado.  —Solloza

El estado de Carmen es estable, durante todo este tiempo no ha tenido complicaciones, su familia dice que tiene "salud para rato", que simplemente duerme.
—Ella, mi 'niña', siempre fue fuerte, con un coraje indomable y sé que no ha partido a la eternidad, porque en el fondo, ella espera de sus hijos y su esposo le devuelvan algo del sacrificio que  hizo porque fueran una familia feliz, llena de privilegios, sin privaciones.

La mira con tristeza y continua —Esta es la vida que ella eligió vivir, bueno si se puede decir vivir. ¿De qué le sirvió sacrificar su propio ser? Ella jamás se dio gustos, ni el verdadero valor de mujer y de madre, solo la veían como la persona que proveía el dinero, la que siempre estaba ahí para servir y una falsa estabilidad en la casa. Mi hija nunca fue feliz, jamás sintió que era valorada y que tenía derecho a realizarse como todo ser humano.

Hace una pausa larga, toma la mano de su hija y finaliza La vida es única, es una oportunidad que no se puede dejar escapar. Aunque Carmen esta al borde de la eternidad, no quiere irse, no se ha dado cuenta que cuando hemos vivido de quimeras, como fue su vida, uno se queda en el limbo de la incertidumbre. 

Besa la mano de su 'niña' No estas  ni muerta, ni viva solo a la espera de recibir un abrazo, un gracias o quizá un beso de su familia, que ya no llegará.

*En Colombia se han abierto las puertas para realizar de manera legal la eutanasia desde comienzos de julio de este año. Doña Marina y Germán han decidido aplicar a este recurso para que Carmen descanse en paz.